El poder de
las frutas
Refrescantes, eléctricas, suaves, bellas, estimulantes, coloridas, nutritivas, depuradoras, astringentes, laxantes, diuréticas, energizantes, brillantes, contundentes, brebaje, alimento, compactas, transportables, olorosas, ricas y perfectas.
Por Catherine Ariana
Las frutas son dinamismo, limpieza y nutrición, todo en uno. Traen a la vida a los desvalidos cuerpos enfermos o debilitados, rompiendo la inercia de la cultura de la carencia altamente ácida basada en alcaloides (café, morfina, nicotina, etc), por mencionar sólo algunos de los responsables de una de las mayores vías de dispendio nutricional en la tendencia del equilibrio químico interno, en la pugna por mantener la alcalinidad presente en el otro extremo, en aquella latitud llamada vida, en contraposición a la acidez interna llamada muerte.
El cuerpo, en su máximo intento por la supervivencia, pone en juego toda su energía en las funciones vitales priorizando la “mantención”, por lo que cabe preguntarse cuál es el estado de un organismo que ya no lidia con la lucha química. Cuál es el estado de un cuerpo que comienza a estar sano y que puede utilizar la energía antes derrochada en malas digestiones en regenerar o dar vitalidad.
La alcalinidad frutal representa una de las más significativas estrategias en el tratamiento para restablecer la salud por las vías del propio organismo.
Sin trampas, sin presiones, sin químicos, sin industrias.
El más puro alimento humano.
Dieta atóxica, anticáncer
El estudio de los alimentos y sus propiedades curativas ha sido esencial para el desarrollo de la metodología higienista.
Es la dieta la vía por la cual se impulsa la limpieza interna, la riqueza en vitaminas y minerales de los alimentos colabora en la labor de regeneración de los tejidos y la expulsión de toxinas, a largo plazo con una nutrición de calidad.
El uso de las frutas anticancerígenas como los berries, piñas, kiwis y cítricos es preponderante en la dieta cotidiana del higienista y son las protagonistas en los tratamientos de limpieza.